Capítulo 4: Los intereses de la clase trabajadora

Posted by SOCIALISMO REVOLUCIONARIO On lunes, 21 de septiembre de 2009 0 comentarios

La posición que los socialistas y marxistas tienen en una guerra es de suma importancia. Se trata de una prueba de fuego. Para nosotros, la cuestión debe ser siempre planteada: ¿qué clase esta conduciendo la guerra y por que causa está siendo llevada a cabo? Frases melosas sobre la 'democracia' y 'quien comenzó la guerra' son de menor importancia desde el punto de vista de la clase obrera. Los diplomáticos de ambos lados de una guerra siempre pintan la imagen del 'enemigo', con éxito, a las masas de 'su' pueblo como el agresor. Sin embargo, la superestructura política de un régimen capitalista de un tipo u otro no puede cambiar las bases económicas reaccionarias del imperialismo, que es la principal fuerza motriz de una guerra. En este sentido, la Segunda Guerra Mundial fue primordialmente una continuación de la primera en la lucha entre potencias imperialistas rivales.



Sin embargo, la continuación no significa repetición. La existencia de regímenes fascistas - la esencia de lo que fue la extirpación completa de todos los elementos de la democracia, en particular de la democracia obrera, los sindicatos, el derecho de huelga, la libertad de reunión, etc - tuvo un efecto enorme en el panorama político, la visión hacia la guerra de los trabajadores, especialmente en los regímenes 'democráticos' de Gran Bretaña, Francia, los EE.UU., etc. No hubo entusiasmo por la segunda guerra mundial entre la masa de la clase obrera, ya que había estado en algunos países en el comienzo de la primera guerra mundial, y conocía las experiencias de la guerra. Pero la masa de la clase obrera británica, por ejemplo, vio claramente el carácter de clase anti obrero de Hitler y Mussolini y no quería un régimen fascista, en particular, no un opresor extranjero, impuesto sobre ellos, tampoco los franceses y la clase obrera europea. Por lo tanto, una vez comenzada la guerra, esto obligo al genuino marxismo a elaborar una política para la guerra.


Durante la primera guerra mundial, el pacifismo expresó la hostilidad de los trabajadores inclusive, hacia la masacre de la guerra. Por lo tanto, hubo cierta tolerancia de los objetores de conciencia. Hubo también, en algunos países, una minoría significativa y creciente de activistas obreros que se oponían a la guerra. Antes que la Segunda Guerra Mundial comenzara, había un sentimiento general de oposición a la guerra y por la 'paz'. Pero una vez que había comenzado, una política para la guerra se volvió urgente para los marxistas. Simplemente limitarse a repetir algunas de las fórmulas de Lenin de la primera guerra mundial, como algunos grupos sectarios hicieron en el momento y lo siguen haciendo hoy en circunstancias similares, fue totalmente inadecuado.


Después de 1914, Lenin había unido a las fuerzas no preparadas y dispersas de la izquierda marxista y socialista tras la debacle y colapso de la Segunda Internacional, con la llamada política de 'derrotismo revolucionario'. Esta fue una política de cuadros, la vanguardia de la vanguardia, y no una para ganar a la masa de la clase obrera. La fórmula de Karl Liebknecht de 'el principal enemigo está en casa' expresaba mejor una política para la movilización masiva de la clase obrera. Sin embargo, lo que Lenin estaba conduciendo era la necesidad - en los dientes de la capitulación chovinista y nacionalista de los líderes de la Segunda Internacional - de la adopción, en efecto, de la continuación de una política de lucha de clases durante la guerra, por parte de las organizaciones de la clase trabajadora y la preparación para la revolución socialista que saldría de la guerra.


Los socialistas y revolucionarios implacablemente se opusieron a la cuestión de la defensa de la llamada "patria capitalista". Esto era totalmente correcto. Pero no era suficiente para ganar las masas o, como Trotsky lo planteo, para "formar cuadros que a su vez debían ganar a las masas que no querían un conquistador extranjero". No fue la política de Lenin de "derrotismo revolucionario", sino la consigna de 'todo el poder a los soviets', vinculada más tarde a la idea de 'pan, paz y libertad', que fue decisiva para que los bolcheviques ganaran a la clase obrera y tomaran el poder en octubre de 1917. Por lo tanto, una vez que la segunda guerra mundial había comenzado, las fuerzas marxistas en Gran Bretaña alrededor de la Liga Internacional de los Trabajadores - de la que el Partido Socialista hoy tiene sus orígenes - formulo una clara política de lucha de clases por la situación de entonces, que tenía el objetivo de ganar a las masas. Además, esto tuvo un efecto significativo en sectores de la clase obrera durante la guerra.


Trotsky resumió el problema de una política militar marxista durante la Segunda Guerra Mundial: "Sería estúpido por partida doble presentar una posición pacifista puramente abstracta hoy en día, la sensación de las masas es que es necesario defenderse. Hay que decir, 'Roosevelt [el entonces presidente de los EE.UU.] dice, es necesario defender al país: bien, sólo que debe ser nuestro país, no el de las 60 familias y su Wall Street'. "Los trabajadores en Gran Bretaña, continuó, como en Estados Unidos "no quieren ser conquistados por Hitler y a aquellos que dicen: 'Vamos a tener un programa de paz ', los trabajadores dirán: 'Pero Hitler no quiere un programa de paz’. Por lo tanto, diremos, vamos a defender a los Estados Unidos (o Gran Bretaña) con un ejército de trabajadores, con oficiales obreros, y con un gobierno de trabajadores, etc." Por tanto, los marxistas-trotskistas irán con su clase en el ejército y, de manera hábil, aplicaran una política de desarrollo y mejoramiento allí y en la industria una política de lucha de clases y un programa.


Los capitalistas, cuando se trata de una elección entre la clase trabajadora y un opresor extranjero, siempre eligen este último, como se demostró en la Comuna de París de 1871. Entonces los cobardes capitalistas franceses recibieron el apoyo de las fuerzas alemanas de Prusia en contra de su propia clase obrera. Dado que Francia cayó en la segunda guerra mundial ante la ofensiva militar de los nazis, los capitalistas franceses rehusaron a armar a la clase obrera, como los marxistas exigieron en su momento, también precisamente, por el temor a una repetición de la Comuna de París.

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