Capítulo 1: Las raíces de la guerra

Posted by SOCIALISMO REVOLUCIONARIO On lunes, 21 de septiembre de 2009 0 comentarios

Asustado por la experiencia de la revolución alemana, el capitalismo de EE.UU., en particular, intervino a través del Plan Dawes para financiar a Alemania y Europa en la década de 1920. Pero esto no resolvió la contradicción fundamental del capitalismo y el imperialismo que había llevado a la primera guerra mundial. Las raíces de esta radicaba en el desarrollo colosal de las fuerzas productivas - la organización del trabajo, la ciencia y la técnica - que había superado tanto la propiedad privada por un puñado de capitalistas monopolistas y la existencia de Estados nacionales. Vladimir Lenin había declarado "el capitalismo significa la guerra", y si la Primera Guerra Mundial no terminó con un exitoso cambio socialista, sería seguida por una segunda y una tercera.


Sin embargo, la semi-estabilización de Alemania después del fracaso de la revolución de 1923 parecía contradecir este y otros análisis marxistas de la situación. La industria alemana ciertamente se desarrolló económicamente, pero aún estaba cercada por el Tratado de Versalles y, en particular por su falta de colonias y mercados para sus productos. Estos fueron arrinconados por los poderes coloniales mayores, sobre todo por el imperialismo británico y francés - en particular las 'semi-colonias' de Europa oriental - y cada vez más por el nuevo gigante en el bloque, el imperialismo de EE.UU. El inicio de la crisis mundial de 1929 encontró al capitalismo alemán con el poder económico suficiente para prácticamente abastecer al mundo, aún a pesar de estar impedido de hacerlo por la dominación de sus rivales imperialistas. Esto condujo a una aguda crisis de revolución y contrarrevolución que, como sabemos, llevo - debido a la negativa cobarde de los líderes de la socialdemocracia y el partido comunista para cerrarle el paso - a la victoria de Adolf Hitler y los nazis en marzo de 1933.



Casi de inmediato, León Trotsky, resumiendo la posición del marxismo, pronosticó que a menos que Hitler fuera detenido de inmediato, esto desataría inevitablemente un resurgimiento del imperialismo alemán en un intento de apoderarse de colonias y de materias primas que, a su vez, culminaría en una nueva guerra mundial. Tan grandes eran los peligros para el movimiento de los trabajadores, no sólo en Alemania sino en todo el mundo, que Trotsky postuló la idea de que un estado obrero debía movilizar sus fuerzas militares e incluso amenazar de intervención a Alemania.



Sin embargo, el estado obrero de Rusia había degenerado, de la democracia obrera de Lenin y Trotsky a la dictadura de Joseph Stalin y la burocracia sobre la que descansaba. Desde una política de promoción de la lucha por el socialismo mundial, Stalin había subido al poder con el lema de "socialismo en un solo país", que personifica el abandono de los objetivos originales de la revolución rusa por la usurpación de la elite burocrática que crecientemente dominaban el Estado y la sociedad. En lugar de hacer frente a Hitler, Stalin gravitaba entre la búsqueda de alianzas con las llamadas potencias imperialistas "democráticas" y los intentos secretos para llegar a un acuerdo con el régimen nazi en ciertas etapas también.



Los escritos de Trotsky sobre el proceso conducente a la segunda guerra mundial son invaluables para entender el carácter del capitalismo - en particular su expresión moderna a través del imperialismo - y su impulso hacia la guerra en determinadas circunstancias. Señaló que la llamada "paz" de Versalles había establecido las bases para el capitalismo alemán para llevar a cabo la tarea de "unificación nacional" de los pueblos de habla alemana, sobre la base de su programa imperialista. Esto facilitó el surgimiento de las fuerzas fascistas de Hitler, la movilización de los pequeños burgueses desesperados en lo fundamental. La demandas de Hitler para la incorporación de más de tres millones de Sudetes alemanes - que vivían dentro de las fronteras de la Checoslovaquia post-1918 - y Austria, etc., se convirtieron sólo en los primeros pasos del capitalismo alemán para desafiar frontalmente el poder del imperialismo anglo-francés, en particular en el este de Europa.

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